jueves, 14 de mayo de 2015

SINTAXIS DE LA IMAGEN

 Fotografía El desarrollo de la fotografía supuso una revolución completa para las artes visuales. El estatuto del artista y su relación con la sociedad fue totalmente subvertido; su especificidad irreemplazable se vio alterada para siempre por culpa de este nuevo método de obtener imágenes, capaz de registrar mecánicamente cualquier detalle. El especial talento y los años de formación que conformaban y endulzaban las habilidades artísticas sufrían ahora el reto de una máquina capaz de ser manejada por cualquiera, tras un período comparativamente muy corto de aprendizaje. A mediados del siglo XX y tras esa abrumadora revolución tecnológica que produce inacabables milagros electrónicos, la fotografía es ya algo que se da por supuesto. Pero el siglo XIX no era todavía lo bastante sofisticado para que la fotografía lo esclavizase por completo. Hacer un reportaje de la familia, los amigos y sus actividades sigue siendo la razón fundamental de la popularidad de la fotografía. Las grandes cámaras de su estudio y las técnicas de retoque dan a su trabajo el toque profesional necesario para la demanda intacta de retratos distinguidos que ha sobrevivido a lo largo de los siglos y es el legado de los pintores y daguerrotipistas de otro tiempo. El problema del comunicador visual no está en permitir que ese poder domine el diseño sino más bien en controlarlo y plegarlo a los fines y a la actitud del fotógrafo. El fotógrafo maneja numerosas variables, lo cual le permite controlar la irreductible información ambiental. En primer lugar, y esto es lo más importante, está la expansión de los conceptos visuales mediante el ejercicio de la alfabetidad visual. Se pueden formular sobre un papel planes para hacer una fotografía o una historia en imágenes y esto es una buena aproximación a la preproyectación. Pero es probable que el fotógrafo se represente mentalmente las imágenes visuales, que las vea en una especie de pantalla mental. Las opciones compositivas exploradas en el boceto y en el plan deben alcanzarse de otra manera. Cine Si la fotografía está representada por 1/8 de pulgada en la escala de la historia visual, el cine apenas si sería un punto. Los experimentos de Edison y el triunfo mecánico de Lumiére aprovecharon el fenómeno de la persistencia de la visión para obtener fotografías que registraban el movimiento. El cine se debatió bajo el viejo dilema entre la expresión artística y el éxito financiero. Incluso con los equipos primitivos, hacer una película requería capital y, por tanto, cierto control sobre el producto final. Sin embargo, las películas cosecharon un éxito financiero instantáneo y total. El público las devoraba y se abrieron enormes oportunidades para la expansión y la experimentación de este medio. Posteriormente aparecieron los largometrajes que narraban historias similares a las novelas, y con ellos esa incomparable figura de los tiempos modernos que es la estrella cinematográfica. Se introdujo el sonido y después el color, y ambos experimentaron un continuo proceso de perfeccionamiento. El cine se convirtió en una gran industria, costoso espectáculo centrado en Hollywood y en los esfuerzos creativos y presupuestados con más modestia de Europa. Actualmente, actores y productoras atraviesan frecuentemente el Atlántico en ambas direcciones. Televisión El concepto de medios de comunicación en sentido moderno va íntimamente ligado a la idea de un público masivo. Hablando estrictamente, cualquier portador de mensajes —una pintura mural, un discurso, una carta personal— puede considerarse medio de comunicación. Esta referencia sería válida por definición, pero cuando hoy hablamos de los medios pensamos siempre en un grupo de gente muy grande y posiblemente impersonal. Sólo en términos de grupo, o de muchos grupos, se conciben los mensajes de masas con la intención de obtener una respuesta o una cooperación por parte del público. Los medios modernos, con su audiencia masiva e invisible, son productos colaterales de la revolución industrial y de su capacidad para la producción en masa. El libro estimuló la alfabetidad, rompiendo así el estrangulamiento de la información en provecho de un puñado de poderosos cultos.. La uniformidad de los formatos impresos —libros, revistas, periódicos, folletos, carteles— posibilita la transmisión de un mensaje a un numeroso público. Pero la aparición de la radio y la televisión hace posible que esa misma información y esa experiencia estén al alcance de un número incluso mayor de personas en el mismo instante. En conjunto, la fotografía fija y la serie de fotografías que constituyen la película cinematográfica, son sólo una vía para el desarrollo de los modernos más media. La otra vía se refiere a la búsqueda de procedimientos para enviar mensajes a larga distancia. El primer método fue el telégrafo (del griego tele, que significa «distante»), capaz de transmitir un código audio puntual a través de conductores eléctricos que a comienzos de siglo ceñían el planeta, pasando incluso bajo idos océanos. Pero este invento de Samuel F. B. Morse pronto fue modificado y perfeccionado dando lugar al teléfono, capaz de transmitir sonidos más complejos. La realización de imágenes y las ondas de radio se combinan para crear el medio moderno más innovador y poderoso: la televisión. Los pasos finales de este invento son complicados y enormemente costosos: el selenio y el disco metálico, el tubo de rayos catódicos, el iconoscopio, el kinescopio. En este punto de la historia de la comunicación, la televisión no sólo puede servir simultáneamente al máximo número de personas sino que además mediante el recurso a los satélites Telstar, puede ampliar su audiencia por encima de las fronteras, de los continentes y de las culturas. Las consecuencias de esto son asombrosas. Todo el que tenga un televisor en cualquier lugar del mundo puede presenciar los momentos históricos de la humanidad. Y a la inversa, acontecimientos que podrían haberse eliminado de la experiencia directa, ser enmudecidos, son en cambio contemplados por el infatigable y penetrante ojo de la cámara. Alfabetidad visual como y por que El mundo no llegó a un alto nivel de alfabetidad verbal ni rápida ni fácilmente. En muchos países ni siquiera es aún una realidad viable. El problema de la alfabetidad visual no es muy distinto. El núcleo central de este problema es algo paradójico. Este proceso es ya en gran parte competencia de las personas inteligentes y cultas. ¿Cuántos vemos? Ostensiblemente, vemos todos salvo los ciegos. Ahora bien, ¿cómo estudiar lo que ya conocemos? La respuesta a esta pregunta implica una definición de la alfabetidad visual como algo más que el mero ver, como algo más que la simple realización de mensajes visuales. La alfabetidad visual implica comprensión, el medio de ver y compartir el significado a cierto nivel de universalidad previsible. Lograr esto requiere llegar más allá de los poderes visuales innatos al organismo humano, más allá de las capacidades intuitivas programadas en nosotros para la toma de decisiones visuales sobre una base más o menos común, y más allá de la preferencia personal y el gusto individual. De alguna manera, por alguna razón o razones, el modo visual se considera totalmente fuera del control de las personas sin talento o, a la inversa, inmediatamente si no instantáneamente accesible. Esta supuesta facilidad de la expresión visual tal vez esté relacionada con la naturalidad del ver o quizá con la naturaleza instantánea de la cámara. Desde luego, todo este punto de vista se ve reforzado por la carencia de una metodología para acceder a la alfabetidad visual. Con independencia de cuáles sean sus fuentes exactas, ambas hipótesis son falsas y probablemente responsables de la baja calidad del producto visual en tantos medios visuales.


Cine
Si la fotografía está representada por 1/8 de pulgada en la escala de la historia visual, el cine apenas si sería un punto. Los experimentos de Edison y el triunfo mecánico de Lumiére aprovecharon el fenómeno de la persistencia de la visión para obtener fotografías que registraban el movimiento. Las acciones y los acontecimientos dramáticos podrían registrarse y reproducirse tantas veces como se quisiera. Las primeras etapas experimentales de este nuevo medio tropezaban con limitaciones intrínsecas (ausencia de color, de sonido y de movilidad en la cámara) que ampliaron los conocimientos básicos de los realizadores cinematográficos. Los gestos exagerados y la mímica compensaban la falta de
diálogo. Un humor bufonesco, específico del cine, fue llevado a la perfección por Chaplin, el más grande de los payasos del cine. Las técnicas documentales perfeccionaron el contacto de primera mano con una especie de libro vivo de la historia que antes no había sido posible. Jean Cassou, en su ensayo Cimate of Thought, incluido en Gateway to the Twentieth Century, resume así las tremendas posibilidades del cine:
«De esta manera, el último invento mecánico al servicio de la realidad, destinado a desempeñar posteriormente su papel científico con tal perfección, demostró simultáneamente ser un arte en posesión de potencialidades tan inmensas y propiedades tan únicas que no sólo abarcaba sino superaba a todas las demás artes. El cine es a la vez un instrumento de exactitud absoluta y un poético hechicero: un espejo de la verdad, un soñador de sueños y un hacedor de milagros.»
El cine se debatió bajo el viejo dilema entre la expresión artística y el éxito financiero. Incluso con los equipos primitivos, hacer una película requería capital y, por tanto, cierto control sobre el producto final. Sin embargo, las películas cosecharon un éxito financiero instantáneo y total. El público las devoraba y se abrieron enormes oportunidades para la expansión y la experimentación de este medio. Posteriormente aparecieron los largometrajes que narraban historias similares a las novelas, y con ellos esa incomparable figura de los tiempos modernos que es la estrella cinematográfica. Se introdujo el sonido y después el color, y ambos experimentaron un continuo proceso de perfeccionamiento. El cine se convirtió en una gran industria, costoso espectáculo centrado en Hollywood y en los esfuerzos creativos y presupuestados con más modestia de Europa. Actualmente, actores y productoras atraviesan frecuentemente el Atlántico en ambas direcciones.
Televisión
El concepto de medios de comunicación en sentido moderno va íntimamente ligado a la idea de un público masivo. Hablando estrictamente, cualquier portador de mensajes —una pintura mural, un discurso, una carta personal— puede considerarse medio de comunicación. Esta referencia sería válida por definición, pero cuando hoy hablamos de los medios pensamos siempre en un grupo de gente muy grande y
posiblemente impersonal. Sólo en términos de grupo, o de muchos grupos, se conciben los mensajes de masas con la intención de obtener una respuesta o una cooperación por parte del público.
Los medios modernos, con su audiencia masiva e invisible, son productos colaterales de la revolución industrial y de su capacidad para la producción en masa. Los manuscritos iluminados a mano de la Edad Medía no serían medios en este sentido, ni tampoco los poemas épicos de los griegos, o las baladas (y noticias y opiniones) de los juglares vagabundos de Europa. ¿Por qué? Es evidente no sólo la posibilidad sino la alta probabilidad de que se infiltrasen en el contenido del mensaje variantes individuales. En consecuencia, era imposible garantizar que todos los receptores de la información comunicada recibirían el mismo mensaje. Estas variantes del mensaje básico terminaron con la invención y el uso creciente del tipo de imprenta. Una vez fijados los tipos, todos los ejemplares de un mensaje impreso son absolutamente iguales. Esta uniformidad tal vez no sea atractiva. Desde luego tiene sus aspectos buenos y sus aspectos malos, pero con ella llega a la historia el inevitable resultado de la palabra masa en los «medios de masa» (mass media).
El libro estimuló la alfabetidad, rompiendo así el estrangulamiento de la información en provecho de un puñado de poderosos cultos. La recogida, la compilación y distribución de información se infiltraron hasta las capas más bajas de la sociedad durante el Siglo de las Luces. El fenómeno del libro todavía está con nosotros. Del mismo modo que la tribu, la aldea y la familia cedieron a grupos más amplios las identidades y lealtades que le eran propias, el libro y los demás formatos impresos desplazaron al mito y el símbolo, a la fábula y la moraleja. Qué hacer, qué pensar, qué saber y cómo comportarse son cuestiones que pasaron a ser más públicas y uniformes. Incluso hoy, en un tiempo dominado por los medios electrónicos, el libro y los impresos en general siguen siendo poderosos agentes de cambio.
Los medios modernos tienen su origen en dos líneas paralelas de desarrollo que acaban confluyendo. La primera es la cámara, o realizador mecánico de imágenes; la segunda es la capacidad de las ondas electromagnéticas para transmitir datos mediante alambres o a través de la atmósfera.. La cámara oscura podía hacer algo que la cámara no podía hacer: mostrar el movimiento. Este logro aparentemente imposible fue alcanzado gracias a los lentos y penosos esfuerzos de muchos hombres, Muy bridge, Edison, los hermanos Lumiére. Utilizando el fenómeno de la persistencia de la visión, se reprodujo una ilusión de movimiento yuxtaponiendo imágenes ligeramente diferentes que se mostraban en sucesión rápida y secuencia regular. El ojo se encargaba del resto.
Y aquí se unen los dos caminos. La realización de imágenes y las ondas de radio se combinan para crear el medio moderno más innovador y poderoso: la televisión. Los pasos finales de este invento son complicados y enormemente costosos: el selenio y el disco metálico, el tubo de rayos catódicos, el iconoscopio, el kinescopio. Cada paso era lento y difícil de dar, implicando las aportaciones de numerosos individuos. Los primeros programas, de alcance muy limitado, se emitieron en los últimos años treinta y primeros cuarenta, pero la verdadera televisión no apareció hasta después de la segunda guerra mundial.
La diferencia fundamental en términos elementales entre la televisión y el cine es la escala. Todos los demás elementos visuales coinciden. El cine está pensado para que sus figuras sean de tamaño mayor que el natural, mientras que en televisión ocurre exactamente lo contrario. Esta es probablemente la razón fundamental de que se utilice con más frecuencia el Storyboard en la planificación de una presentación televisiva.
La pequeñez de la pantalla y las distracciones del entorno influyen intensamente en las opciones visuales de la televisión. Estas limitaciones establecen la necesidad de una formulación visual clara y enfática que se convierte en prioritaria..
Lo mismo puede decirse de los habitantes de los barrios bajos del Norte.
¡Los resultados no deben sorprender a nadie! Toda la nación americana contemplaba por las noches los informes filmados acerca de una guerra lejana que libraban sus hijos. De esta experiencia surgió una respuesta a la guerra enteramente nueva. Las convenciones políticas, héroes populares, los disturbios y los espectáculos todo se contempla, si no en el momento de la acción, muy poco después. Es moneda corriente que el solitario televisor instalado en una aldea brasileña o de Ghana emita una versión doblada de / Love Lucy o del
  
Existen muchos formatos menores de las artes visuales de los que aquí no podemos ocuparnos; bastantes son poco practicados o conocidos, como el diseño de iluminaciones, la decoración interior o el diseño de tipos de imprenta. Pese a toda la natural y apropiada visibilidad que tienen, tal vez no seamos conscientes de hasta qué punto influyen en nuestra experiencia y en nuestro estilo de vida
Alfabetidad visual como y por que
El mundo no llegó a un alto nivel de alfabetidad verbal ni rápida ni fácilmente. En muchos países ni siquiera es aún una realidad viable. El problema de la alfabetidad visual no es muy distinto. El núcleo central de este problema es algo paradójico. Este proceso es ya en gran parte competencia de las personas inteligentes y cultas. ¿Cuántos vemos? Ostensiblemente, vemos todos salvo los ciegos. Ahora bien, ¿cómo estudiar lo que ya conocemos? La respuesta a esta pregunta implica una definición de la alfabetidad visual como algo más que el mero ver, como algo más que la simple realización de mensajes visuales. La alfabetidad visual implica comprensión, el medio de ver y compartir el significado a cierto nivel de universalidad previsible.
Se define una persona verbalmente alfabetizada como aquella capaz de leer y escribir, pero esta definición puede ampliarse hasta indicar una persona culta. La misma ampliación puede hacerse para la alfabetidad visual. La alfabetldad visual, aparte de suministrar un cuerpo de información y experiencia compartida, conlleva una promesa de comprensión culta de esa información y esa experiencia.
Se suele argumentar, y por muy diferentes razones, que el lenguaje no es análogo a la alfabetidad visual. Pero el lenguaje es un medio de expresión y de comunicación y, por tanto, un sistema paralelo a la comunicación visual. No podemos usar servilmente los métodos utilizados para enseñar a leer y escribir, pero sí podemos observarlos y aprovecharlos.
El mismo método intensivo de exploración debe aplicarse a la etapa compositiva de los inputs y outputs visuales. La composición sufre fundamentalmente la influencia de la diversidad de fuerzas implícitas en los factores psicofisiológicos de la percepción humana. Son datos de los que depende el’ comunicador visual. La conciencia de la sustancia visual no sólo se percibe a través de la visión sino a través de todos los sentidos y no produce piezas aisladas e individuales de información sino unidades interactivas enteras, totalidades que asimilamos directamente y a gran velocidad a través de la vista y la percepción.
Los conjuntos compositivos unidos a las elecciones de técnicas y a su importancia relativa constituyen un vocabulario expresivo que corresponde a las disposiciones estructurales y a las palabras en la alfabetidad verbal. Una investigación y un conocimiento más profundo de ambos abrirán más puertas a la comprensión y el control de los medios visuales. Pero esto lleva tiempo. Tenemos que examinar nuestros métodos con el mismo rigor que aplicamos al lenguaje, a las matemáticas o a cualquier otro sistema universalmente compartido que conlleve un significado.
Es importante una metodología; y es vital la inmersión profunda en los elementos y técnicas; se impone un lento proceso de avance paso a paso. Esta aproximación puede abrir las puertas a la comprensión y el control de los medios visuales. Pero el camino es largo y el proceso lento. ¿Cuántos años necesita un niño o un adulto que habla perfectamente para aprender a leer y escribir? Y además, ¿cómo afecta la familiaridad con la alfabetidad verbal al control del lenguaje escrito como medio de expresión? El tiempo y la participación, el análisis y la práctica, son necesarios para unir la intención con los resultados, y ello tanto en el modo verbal como en el visual. En ambos casos tenemos una escala para establecer diferentes puntuaciones, pero la alfabetidad significa en último término capacidad de expresarse y comprender, y esta capacidad, sea verbal o visual, puede ser aprendida por todos. Y debe serlo.
Esta participación, esta necesidad de superar las limitaciones falsamente impuestas a la expresión visual, es absolutamente esencial para conseguir la alfabetidad visual. Un primer paso imprescindible es abrir el sistema educativo para dar entrada a la alfabetidad visual y responder a la curiosidad del individuo. Y esto está al alcance de cualquiera que sienta la necesidad de ensanchar su propio potencial de goce de lo visual, desde la pura expresión subjetiva a la aplicación práctica. Como ya hemos dicho, esto es complicado, pero no misterioso. Considerando desde idos datos individuales hasta una amplia panorámica de los medios, debemos reflexionar, observar en profundidad lo que experimentamos, ver cómo otros logran sus propósitos y ensayarlos nosotros mismos.
¿Qué ventajas presentan para los no artistas el desarrollo de la propia agudeza visual y de su capacidad expresiva? Hay un primer y crucial valor en esto, que estriba en el desarrollo de criterios por encima de la respuesta natural y de los gustos y preferencias personales o condicionadas. Sólo los visualmente cultivados pueden elevarse por encima de las modas y enjuiciar con criterio propio lo que consideran apropiado y estéticamente placentero. A un nivel ligeramente superior de formación, la alfabetidad visual permite un dominio sobre la moda, un control de sus efectos. La alfabetidad implica participación y hace de los que la han alcanzado observadores menos pasivos. En efecto, la alfabetidad visual excluye el síndrome de las ropas del Emperador y eleva el juicio por encima de la mera aceptación (o rechazo) de una formulación visual sobre una base puramente intuitiva. La alfabetidad visual significa una mayor inteligencia visual.
Por ello constituye una de las preocupaciones prácticas del educador. Una mayor inteligencia visual implica una comprensión más fácil de todos los significados que asumen las formas visuales. Las decisiones visuales predominan en gran parte de nuestros escrutinios y de nuestras identificaciones, incluso en la lectura. La importancia de este hecho tan simple se ha menospreciado durante demasiado tiempo. La inteligencia visual incrementa el efecto de la inteligencia humana, ensancha el espíritu creativo. Y esto no sólo es una necesidad sino también, por fortuna, una promesa de enriquecimiento humano para el futuro.


Árbol de la esperanza, 
mantente firme 1946
Frida pintó este autorretrato para su mecenas, el ingeniero Eduardo Morillo Safa, después de una operación quirúrgica frustrada en Nueva York. Le escribió acerca de la pintura y la cicatrices "...con las cuales esos cirujanos, hijos de perra, me han dejado". Con el mensaje "Árbol de la esperanza, firme", el cual está escrito en la bandera, parece darse animo a sí misma. La frase está tomada de una de sus canciones favoritas (Cielito lindo). 
En este cuadro vemos a dos Fridas; la que está a la izquierda es la Frida que acaba de salir del quirófano en una camilla y la otra es la figura de una Frida poderosa, derecha y llena de confianza. El cuadro está dividido en dos mitades, una de día y la otra de noche. El cuerpo magullado y sangrante está asignado al sol, que en la mitología azteca se alimenta de la sangre humana de los sacrificios. Las dos heridas en su espalda tienen eco en las fisuras del paisaje desolado que se ve detrás. La otra Frida, que parece fuerte y optimista esta asignada a la luna, símbolo de la feminidad. En su mano, sostiene el corsé que ella "espera" de abandonar para siempre después de la cirugía. Desgraciadamente, esta cirugía falló estrepitosamente y resultó en numerosas complicaciones. Ha sido descrita como "el principio del fin" para Frida. En abril de 1977, este cuadro se subastó en Sotheby's. El precio estimado de subasta estaba entre $20.000 - $30.000, con un precio mínimo de venta de $20.000. El cuadro no alcanzó el precio mínimo de venta pero se vendió igualmente al mejor postor por $19.000.


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